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Texto argumentativo

LA IGNORANCIA DEL CONOCIMIENTO - L.G. HERBAS

El texto “El conocimiento de la ignorancia” está tomado del discurso dado por Karl Popper con motivo del título de doctor honoris causa otorgado por la Universidad Complutense de Madrid en 1991.

El texto en sí, típico en la tradición popperiana con respecto a las teorías del conocimiento y la falsabilidad científica, y en él, partiendo desde la frase de Sócrates “solo sé que no sé nada”. Popper compara los conocimientos actuales con lo que era considerado conocimiento en la antigua Grecia, no dice entonces que incluso hoy, aquella frase de Sócrates sigue teniendo peso ya que los conocimientos no son más que las hipótesis comprobables que se hallan en la base del paradigma científico vigente. Paradigma que siempre estará propenso al cambio.

Ahora bien, para Popper el conocimiento más veraz solo podrá obtenerse en la medida en que el debate científico vaya de la mano de principios éticos y se parta del precepto de que no exista nunca la certeza de haber llegado a la verdad. Ya que, el deber de la ciencia es nunca llegar a ser complaciente o dogmática.

Sin embargo, este ideal académico y profesional es, lastimosamente, bastante utópico, así como muy generalizado y somero, lo que lo hace alejarse de los detalles y contextos de la realidad vivida por cada uno de los personajes cuya labor es la construcción del conocimiento científico, que es también, nuestro conocimiento general del paradigma en que nos encontramos.

Los doce principios para lograr la nueva ética profesional expuestos por Popper al final del documento, también parecen estar impregnados de esta impersonalidad y subjetividad. Popper parece referirse a los científicos como una serie de personajes de élite vestidos de bata blanca y encerrados en un laboratorio gubernamental ultra secreto realizando intrincados experimentos que son incomprensibles para el humano promedio, cuando lo cierto es que la labor epistemológica puede realizarse de múltiples ámbitos ser generada por los más corrientes de los investigadores. No existe en el discurso de Popper un ejemplo clarificador y conciso en el que sus palabras puedan apoyarse. Al leer los últimos doce puntos parece que atendiéramos a una serie de recomendaciones o consejos acerca de cómo relacionamos con los demás en términos muy generales, no tanto en términos científicos.

Todo esto, dicho sea de paso, quizá se deba a que la trayectoria de Karl Popper se desenvolvió en los terrenos de la filosofía y los análisis acerca de la investigación científica, más no dentro de esta. Otra de las posibles explicaciones al sentimiento de distanciamiento e impersonalidad del documento quizá también se deba a los casi treinta años acontecidos desde su aparición, años repletos de cambios en todos los ámbitos y en todas las esferas del conocimiento, así como en la forma en que se producen estos conocimientos. Karl Popper se perdió la masificación de los medios, de la inmediatez de la información y de los paradigmas que estos trajeron consigo.

En la actualidad hay mucha información, muchos resultados de estudios y análisis puestos en la órbita internáutica, muchas estadísticas, muchas teorías, muchas conspiraciones, mucha manipulación, mucha volatilidad, mucha división y pluralidad ideológica. Esta diversidad hace parte del mundo líquido expuesto por Zygmunt Bauman, un mundo en el que nada se mantiene y ya nada es verídico.

Todo esto es tanto, que “saber” es igual a no saber nada, pues no hay certeza de la veracidad de eso que se sabe, y quién así lo crea es un realidad un ignorante, puesto que no se toma el tiempo de descartar el conocimiento válido del absurdo. Como el mismo Karl Popper comentó: “la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos”.

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